Recorre la exposición de manera virtual

Aquí es donde comienza nuestro viaje. La exposición "Mar y Poesía. Una sinergia sensorial. Las pinturas de Violeta Gill y los poemas de Luciano Albarrán. Aquí podrás oírlos mientras observar las obras.

Exposición "Mar y Poesía."

Ola I

Mi pensamiento descansa en las olas del mar,

no se ahoga, no lucha, solo flota.

Viene, se va, vuelve con aguas renovadas,

pero nunca las mismas: algo queda, algo borra.

 

A veces me arrastra, me obliga a pensar más,

a bucear en lo oscuro sin red ni faro.

Otras veces es solo espuma,

la caricia sutil de mis desvelos,

ese roce que alivia sin dejar huella.

 

Mi impulso natural es amar,

por eso, como el mar, voy y vengo.

No por indecisión, sino porque así vivo:

en movimiento, en quietud, en retorno.

 

Y cuando la corriente me deja en la orilla,

cuando el agua se aleja y me vuelve extraño,

me agarro a la arena fina,

a lo que no se hunde, a lo que permanece.

Pero hasta la arena sabe que es prestada:

mañana la marea será otra,

y yo también.

Ola II

Y de pronto el Mar,

rompiendo la calma doliente,

expresando su independencia,

con esos trazos de pincel valiente.

 

Sutil, con espuma como caricia.

Enérgico, tintineando como estrellas.

Una fantasía de emociones en dos tonos,

No hay más, el Mar y tus ojos.

 

Deja que te moje,

escucha su lamento,

como rompe el silencio,

que en las esquinas va muriendo.

 

Detén tu mirada y cobija tus sentidos,

Toca el agua, huele lo salino,

Oye la ola y bebe de su destino.

Que esto es todo Mar, solo que Mar recogido.

Alta Mar

 

Desde la lejanía,

la esencia se revela sin prisa,

como la lenta marea

que dibuja su ritmo en sus ondas.

 

El "te quiero" no navega, flota.

Es isla quieta en el centro del tiempo,

reflejo de tu luz sobre el agua tranquila.

 

No hay viento repentino,

sólo tu nombre,

llegando como una ola

que todo lo ordena:

el vaivén de las ramas,

el latido, el silencio entre dos alas.

 

Porque amar es este reposo,

saber que la distancia

es sólo un hilo de luz en el horizonte,

y que el mundo,

por fin,

descansa donde debe.

Alta Mar II

Nace del vértigo de respirar,

de la urgencia de andar sin parar,

de la suerte de rozar la verdad,

de la huella que deja el azar.

 

El tacto de lo desconocido,

el eco de un nombre repetido,

la sombra que teme al olvido,

o el brillo de lo compartido.

 

Y en el silencio, descubrir

el mapa que traza el sentir,

o el fuego que nace al vivir,

y el ritmo que empieza a latir.

 

A partir de ahí, la piel se abre al mirar,

el sueño te anima a despertar,

sientes las ganas de soltar,

y en el vacío, volver a empezar.

 

Y entonces...

Amar, amar y a Mar

Nazaré

Emerges, revuelcas, cantas vida.

Siembra tu huella en la cresta,

cabalga el lomo del miedo hasta hacerlo luz.

 

El mar no pide permiso,

late con tu corazón,

te arrastra en su danza de espuma,

y no te suelta.

 

Así es la vida, un torrente que talla islas,

aguas que rompen para limpiar,

ciclones que barren

lo que ya no flota.

 

No resistas la furia del abismo,

ese mar indómito es el camino,

el mismo vientre que te arrulla

sin mapas ni redes,

hacia puertos de sol recién nacido.

Rayo

Ya no escribo desde la oscuridad,

sino desde donde la luz se hace columna,

donde el sol se aproxima

y vuelca su esplendor en el azul.

 

Aquí abajo no hay silencio,

hay un rumor de lámpara submarina,

una vibración de cristal entre dos aguas,

como si el cielo, por un instante,

hubiera aprendido a nadar.

 

Es el rescate de mi condena,

este hilo de claridad,

este descuido de los dioses,

un relámpago vertical

que promete salvación,

y no se demora.

 

A partir de ahí,

floto en este destello,

soy el polvo que baila

dentro del haz de luz,

sabiendo que al cerrarse la herida,

todo volverá a ser

lo que nunca debió dejar de ser.

 

Pero ahora,

me dejo llevar por todo lo que la luminosidad toca.

Deep Fluor

Hay un azul que nace cuando te miro,

es ese que brota entre tus manos

cuando juntamos los pedazos del mundo

y creamos un sol nuevo con cristales rotos.

 

Somos la cerámica que guarda el fuego,

la geometría perfecta sobre el caos,

el instante en que la luz nace para quedarse

y hace del conjunto algo sagrado.

 

Con esa luz, vencemos a todas las sombras

al convertirlas en brillo,

no hay ola que no lleve nuestro nombre

escrito en espuma de esperanza.

 

Somos,

los arquitectos del alba,

los que prenden estrellas con ilusiones,

los que han aprendido

que la luz no se encuentra,

se inventa.

 

Y tú,

con el mar entre los dedos

y yo,

con el horizonte en la palabra,

juramos seguir creando soles

cada vez que la noche

intente silenciarnos.

Lluvia

Escarbé en la tierra seca,

en el polvo de los días sin nombre,

y allí, bajo la costra del olvido,

latía el mar.

 

No era el azul que besa los confines,

ni la espuma que canta en los veranos.

Era un azul de gemas enterradas,

de sal convertida en estrella,

de promesas que el tiempo petrificó.

 

Así es el mar como el amor,

una memoria de agua,

un rumor de sal en la sangre,

un azul que se niega a ser polvo.

 

No es el amor que cae del cielo,

sino el que emerge,

como un río subterráneo

que al fin rompe la roca

y se derrama en lenguas de turquesa.

 

Y supe entonces que ese amor,

como este mar mineral,

duerme bajo la piel del mundo,

aguardando el temblor que lo desate.

 

Con mis manos llenas de tierra,

seguiré cavando.

Porque sé que en algún lugar,

bajo mis uñas rotas,

el mar espera su hora.

Y cuando llegue,

no habrá fronteras

entre la sed y el cielo

Verde Mar

Me inundo de tu rumor,

me deshago en esa caricia sin piel,

aunque a veces calles,

aunque solo respires en mi bruma de espuma.

 

Bajo este cielo que todo lo abraza,

esa luz mordiendo el azul,

aguardo tu latido en la orilla,

ciego de horizonte y sal.

 

No eres sirena, no:

eres el mar cuando elige su forma,

cuando desnuda sus colores

para este festín infinito.

Oro y azul

No es mar, es oro líquido derramado

sobre el lienzo de un profundo olvido.

Un incendio de soles, un latido de olas

que se deshacen en la nada.

 

El sol, amante que su fuego ofrece,

dora la piel del agua, la conoce,

y en un éxtasis de espuma y centella,

mar y cielo en un solo ser florece.

 

Ni la luna, con su frío argumento,

logrará apagar este juramento.

Solo opaca, por un instante el brillo,

la memoria de oro en el destierro.

 

Porque sabe la noche en su fracaso

que su reinado es solo un breve paso:

el sol, amante fiel, ha de romper la penumbra,

y de nuevo, encender su amor.

Remolino

Bajo esa amalgama viva de emociones,

está guardado el mayor de los secretos.

El que decidí no contar pasara lo que pasara.

Pero, ya ves, el mar lo está contando.

Lo está esparciendo por todo su remolino a la superficie,

lo está mostrando sin ningún miramiento,

Y es que el mar sabe que ese secreto es un grito a voces,

y que el murmullo de sus olas,

lo porta con valentía a través de su fuerza.

 

Pero no es suyo el misterio que desata,

sino el mío,

que un día se le entregó para que lo guardara en su profundidad.

Yo se lo confié a la sal y al frío,

y él, que todo lo convierte en danza,

lo enrolló en su centro de espuma y sombra,

lo hizo eterno para que no se olvide.

 

Por eso no hay playa que lo interrumpa,

ni horizonte que lo juzgue;

es un círculo perfecto,

una promesa que sólo se cumple en su giro,

y toda su furia no es más que el eco de una calma tan honda y tan cierta,

que sólo puede sentir quien supo verla,

quien miró la tormenta y en su centro dibujó el silencio que la sostiene,

y sin querer,

en el color y el trazo,

lo nombró para siempre.

Entre el ultramar y el Prusia

Bamboleas el amor con el ritmo de este mar en calma.

Eres el suspiro de la sal en una ola perfecta.

La corriente impide que yo alcance tu orilla,

y me quedo en ésta, viendo cómo tus besos,

con la fidelidad de la marea,

regresan siempre hacia el lugar de donde partieron.

 

Todo es tan constante como la disolución de la sal,

como la huella que deja tu forma de amar,

en este mar,

que todo lo acerca,

para volver a llevárselo.